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Después de 24 años en el campo.


Viene a mi mente aquella primera visita a Pepexta, comunidad indígena de Cuetzalan donde apenas hace algunos dias estuvimos en el cierre de año con festejo, apoyos, juguetes, pero mas que nada encuentro fraterno con las familias con las que hemos convivido este año.

Dos cosas importantes me sorprendieron. La primera, que en aquellos años del 96 al dirigirnos a las mujeres para explicar el Programa y lo que pretendíamos hacer para los niños, nos dijeron textualmente: "señora, aqui las mujeres no hablan".... ahora, después de 22 años, ellas han formado Comités que representan a sus comunidades, entre ellos el de Proan y es gracias a su participación que se puedan llevar a cabo las Jornadas del año. Ellas ahora tramitan permisos y apoyos a las autoridades, tienen propiedad de la tierra pues es un requisito que arriesgadamente pusimos en 2006 para poder levantar casitas y tener acceso a la propiedad, también se manifiestan ante la Presidencia cuando tienen algún problema, ingresan recursos contables a su casa y esto se hace visible ante la comunidad, los familiares y ellas mismas que se enorgullecen porque su trabajo tiene un precio. Ahora "tiene voz", como en alguna vez lo expreso una de ellas. Se reconocen en sus capacidades y habilidades, en su valor como mujeres, madres de familia y ciudadanas.

La segunda que tiene mucha relación con la primera esta relacionada con una pequeña reflexión agradeciendo el esfuerzo de todas las mujeres y se dio de esta manera:

Espontáneamente al sugerirles agradecer a su comité el trabajo de todo el año y sus esfuerzos, ellas aplauden asi como al pedirles que sean agradecidas con las Promotoras que siempre las visitan, que las apoyan, que les comparten sus conocimientos tanto técnicos para sus proyectos como humanos, nuevamente, aplausos. Hasta ahí estábamos muy satisfechas pero una señora levanto la mano y dijo textualmente: "todo este trabajo sin ustedes, sería impensable, yo traje a mis niños pequeñitos cuando Ustedes llegaron, ahora vengo com mis nietos y Ustedes siguen aqui" .... entonces rompen en aplausos y abrazos y felicitaciones y agradecimientos.

Ver que si en sus inicios estas mujeres apenas y si al acercar nuestra mano para saludar solo te tocaban los dedos de alguna manera comprometidas, ahora en el cierre, aplaudieron, nos abrazaron y hasta nos besaron. De aquellas mujeres que no podían hablar en público, ahora uno siente que han pasado muchas cosas o mucho tiempo, y dentro de nuestro corazón se despierta una gratitud y una emoción al sabernos parte de esto sin determinar bien el "como", tal vez sea el "todo" y hoy hemos formado una red solidaria en la que todas unidas con aprecio trabajamos por el bien de los niños.

Hablando en mi persona me siento muy orgullosa de haber sido testigo de todos estos cambios que no solamente se han dado en ellas sino también en mi. Hoy se que la voluntad, la entrega, el trabajo constante, el estudio, la reflexión y la pasión obran cambios en el entorno, y que sólo nos falta un movimiento generoso que contagie y se expanda. En nuestro caso, a todos los donantes, empresas, sociedad civil, grupos sociales, amigos cercanos y lejanos.

Jamás imaginamos que una iniciativa pequeña llegara a esto y perdurara tanto.

Gracias a todos los que formamos esta familia de Proan, al equipo maravilloso, a la compañía y trabajo incansable de mi amiga Angeles que comparte todo esto. 24 años en el campo han valido la pena para todos.

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